“Enseñar exige investigación. No hay enseñanza sin
investigación ni investigación sin enseñanza. Esos quehaceres se
encuentran cada uno en el cuerpo del otro. Mientras enseño continúo
buscando, indagando. Enseño porque busco, porque indagué, porque
indago y me indago. Investigo para comprobar, comprobando
intervengo, interviniendo educo y me educo. Investigo para conocer
lo que aún no conozco y comunicar o anunciar la novedad. Pensar
acertadamente, en términos críticos, es una exigencia que los
momentos del ciclo gnoseológico le van planteando a la curiosidad
que, al volverse cada vez más metódicamente más rigurosa, transita
de la ingenuidad hacia lo que vengo llamando 'curiosidad
epistemológica'. La curiosidad ingenua, de la que resulta
indiscutiblemente un cierto saber, no importa que sea metódicamente
no riguroso, es la que caracteriza al sentido común. El saber hecho
de pura experiencia. Pensar acertadamente, desde el punto de vista
del profesor, implica tanto el respeto al sentido común en el
proceso de su necesaria superación como el respeto y el estímulo a
la capacidad creadora del educando. Implica el compromiso de la
educadora con la conciencia crítica del educando cuya 'promoción'
desde la ingenuidad no se hace automáticamente”.
Paulo Freire, “Pedagogía de la autonomía:
Saberes necesarios para la práctica educativa”
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